La Sevilla sin mapa de Fernando Iwasaki.
El propio escritor ha dicho alguna vez que nació por segunda vez con 23 años, cuando conoció la ciudad.
HAY dos tipos de sevillanos, los que nacieron aquí porque la divina providencia o el azar (perdón por la equidistancia) así lo dispusieron y los que, por decisión propia, escogieron la ciudad como madriguera definitiva. Esos son los mejores (en cuanto a sevillanía, horrorosa palabra, se refiere). Fernando Iwasaki, limeño de Hispalis, pertenece a este segundo grupo, aunque hace tiempo que se mudó a La Rinconada (“en aquesta rinconada del río”, como dicen los documentos medievales), que ya sabemos que La Vega, al igual que las dos sierras, la Campiña o los Alcores, son parte irrenunciable de esa realidad llamada Sevilla, que más que una ciudad es una constelación de collaciones, barrios, infraestructuras, pueblos, polígonos industriales, alquerías, cortijos, partidos judiciales y haciendas en perpetuo movimiento. El propio Fernando Iwasaki ha dicho en alguna ocasión que él nació por segunda vez en Sevilla cuando tenía 23 años, territorio del alma que conoció como investigador del Archivo de Indias y en el que hizo eso tan común en los sapiens: formar una familia.
Mucho de ese amor que Fernando Iwasaki siente por la ciudad y su hinterland lo vemos ahora en su libro Sevilla, sin mapa, recuperado por la editorial Gong, de otro sevillano a su aire: Gonzalo García-Pelayo. En el volumen, que no deja de ser un resucitado al estilo del de Santa Marina (pues tuvo una primera, accidentada y efímera edición en la malograda Paréntesis), Fernando Iwasaki, cual ave colorida y criolla, entona un canto de amor a la literatura y la ciudad en el que demuestra su amplia cultura y su apetito lector omnívoro. Su condición de “comelibros”, en definitiva. El volumen reúne artículos publicados, entre 2007 y 2009, en el periódico de la competencia, en los que se refleja a la ciudad de Sevilla a través de la mirada de los escritores foráneos que la visitaron, desde los forjadores de los grandes mitos y tópicos (Byron, Dumas, Andersen, etcétera) hasta gigantes de la literatura en español como Borges, Rubén Darío o Roberto Bolaño… Piezas en las que Iwasaki demuestra no sólo su erudición, sino también su estilo absolutamente propio que bebe de fuentes como Cabrera Infante (el gusto por el retruécano) o del sentido del humor de ese gigante aún por reivindicar que fue el mexicano Jorge Ibargüengoitia.
El próximo 9 de junio, en la Hacienda Santa Cruz de La Rinconada, Fernando Iwasaki presentará su Sevilla, sin mapa, un libro para leer sin brújula, con el alma alegre y la camisa nueva. Allí estaremos.