Compartimos con vosotros una magnífica reseña sobre el libro La sibila, de la gran autora portuguesa Agustina Bessa Luis, traducida por vez primera al español por Serie Gong, en coedición con Athenaica. Firmada por Mercedes Álvarez podemos encontrarla en la revista Ñ del Diario argentino Clarín.

Potente perfil de una mujer en un entorno rural, de la mano de la escritura inclasificable de Agustina Bessa-Luís.

A ciertas horas, el sol de Portugal encandila

Clásico en traducción. Potente perfil de una mujer en un entorno rural, de la mano de la escritura inclasificable de Agustina Bessa-Luís.

Serie Gong Editorial
Bessa-Luís colabaró en varias películas del gran realizador Manoel de Oliveira.

“Escribo para desilusionar merecidamente, que es una forma de que los demás te recuerden con virtud”, dijo una vez Agustina Bessa-Luís. El comentario podría considerarse una boutade, y sin embargo no podría caberle con más precisión a este extraordinario libro titulado La sibila.

Publicada en 1954 y recientemente reeditada, esta novela, que relata la vida de una mujer en un entorno rural de Portugal, tiene la virtud de desilusionar tan merecidamente que el resultado es un deslumbramiento. O más bien, un encandilamiento, como cuando se mira al sol de frente y se pierde, por unos segundos, la capacidad de ver.

Esta es la historia de Joaquina Augusta, una mujer singular que habitó una casa que fue su hogar hasta su muerte. Pero también es la historia de una saga familiar: la de su madre, María, la de su hermana Estina, la de su sobrina Germana. Y es también, de algún modo, la historia de todas las mujeres. Las mujeres que, como parece sugerir Bessa-Luís, pueden atar los cabos de las generaciones y amalgamar a la humanidad a su alrededor porque están ancladas a la tierra, atávicas bajo su aura falsa de innovación: “Aunque simulen obedecer y optar por el vanguardismo de las costumbres, las mujeres son contrarias a las innovaciones. En el fondo de su naturaleza hay una llamada a lo primitivo, a lo antiguo, a lo pasado, a lo ya experimentado y, bajo ese aspecto, no hay fantasías para ellas”.

“La mujer es el ser anti-romántico por excelencia”, dijo Josep Pla en una famosa entrevista televisiva. Bessa-Luís parece darle la razón. El romántico es el hombre: en este caso el enamoradizo marido de María, Francisco Teixeira, “su Chico”, como ella lo llama. Y es el único, porque el resto de las mujeres se casan mal, como Estina, o directamente no se casan, como Quina, como Germana.

Por otro lado, ¿cómo podría casarse Quina? Desde su juventud, a raíz de una enfermedad que la deja postrada por casi un año, comprende que no debe perder el aura que adquiere de repente; el privilegio que la vuelve de pronto distinta frente a los demás. ¿Y qué marido puede proporcionar la reverencia cotidiana, el lugar de referente, de pitonisa, de la que Quina se hace merecedora a fuerza de ejercer sin pausa su particular carácter? La necesidad de la mirada ajena la vuelve frívola, la lucha por ser otra la convierte en La sibila. (Si Quina no se vuelve alguien extraordinario es, justamente, porque busca la adulación). El amor, por su parte, encarnará más tarde en un hijo adoptivo, tan inútil y esquivo como adorado. Pero en un marido, rara vez se busca amor.

“¿Qué había sido la vida de Quina sino un constante combate con la oscuridad? ¿Qué había hecho ella sino aspirar a ser “diferente de los demás”, sosteniendo, para eso, la más ardua y humana de las batallas?”.